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¿Que tan atractivo eres?

Cada año se gastan millones de dólares en productos y tratamientos de belleza. La industria de cosméticos es uno de los negocios más grande s y lucrativos del mundo.  Los publicistas buscan vender prácticamente todo, d esde carros, pasta de dientes, hasta ropa, apelando a los deseos de la gente de verse bien.  Las personas quieren ser atractivas.  Queremos atraer atención y aprobación positiva de los demás.

Dios tiene mucho que decir acerca de la atracción.  En la Biblia, Él define una actitud que le atrae mucho a Él.  Es una cualidad del corazón que, atrae Su atención de manera positiva.  También atrae Su poder hacia nosotros de maneras muy reales y prácticas.

Veamos cual es la cualidad que más le atrae a Dios:

Porque lo dice el excelso y sublime,  el que vive para siempre, cuyo nombre es santo: “Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes  y alentar el corazón de los quebrantados.” Isaías 57:15 (NVI)

… la Escritura dice: “Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.” – Santiago 4:6 (NVI)

La cualidad que atrae la atención de Dios y lo motiva a derramar Su favor en nosotros es humildad. Dios se acerca a las personas que desarrollan un espíritu humilde.  Es una de las cualidades más atractivas que una persona pueda tener.  Trae bendición, gracia y el agrado de Dios hacia nosotros.

Dios nos está enseñando cual es la verdadera belleza –  el verdadero atractivo – no es externo, es interno.  No depende de los cosméticos, es algo del carácter.

¿Qué es humildad? ¿Cómo lo cultivamos y lo demostramos?

Estas son algunas de las características de una persona humilde:

  • Las personas humildes están consientes de su profunda necesidad de Dios.  Su seguridad no está en sus habilidades, dones o cualidades, sino en el poder de Dios obrando en, y a través de ellos.
  • Las personas humildes, rápidamente confiesan y se arrepienten de sus pecados, fallas y debilidades para con Dios y otros.  No pierden tiempo ni esfuerzo en auto justificarse, señalar a otros o defenderse.  Están siempre listos para reconocer sus errores y faltas.
  • Las personas humildes están dispuestas a buscar reconciliación cuando se han dañado o herido con otras personas.  No se encierran en sus opiniones, justificaciones y “pensamientos de estar en lo correcto,” esperando que la otra persona tome la iniciativa para arreglar sus diferencias.
  • Las personas humildes reconocen a otros.  No tienen problema en honrar a otros.  Ellos saben, valoran y aprecian la contribución positiva de otros en sus vidas y le dicen generosamente a otros la gran ayuda y lo valioso que son.
  • A las personas humildes se les puede enseñar.   Están siempre queriendo aprender las cosas que necesitan saber de ellos mismos, Dios y los demás.  Su enfoque está en cambiarse ellos y no cambiar a los demás.  Tienen una conciencia sensible.  Concientemente están buscando el ser sensibles y obedientes a la voz de Dios, que trae convicción, corrección y ajuste en sus actitudes, trabajo y acciones.  Frecuentemente están tratando de moldear sus vidas a la Palabra de Dios.

¡Un espíritu humilde tiene el Espíritu de Jesús!

La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! – Filipenses 2:5-8 (NVI)

¿Quieres atraer a Dios? Comienza adentro de ti.  La belleza de Dios empieza con la humildad.

Pastor Dale