¿Alguna vez a ordenado usted algo que realmente quiere o necesita, sin saber exactamente cuando le será enviado o cuando llegará a su puerta? Si usted es como yo, usted probablemente tratará de averiguar donde está o de predecir cuando llegará. La espera es emocionante y frustrante. Estamos emocionados por lo que ordenamos, pero frustrados porque no estamos seguros cuando lo tendremos en nuestras manos. El día que lo recibimos es un día de alegría y celebración porque se completó la orden. El cumplimiento de la orden nos trae una sensación de cumplimiento y satisfacción.
Hay momentos como estos en nuestra vida espiritual. Hay momentos cuando le pedimos a Dios que nos ayude en alguna área de nuestras vidas, y estamos esperando Su respuesta. Le hizo “la orden,” pero el “paquete” no ha llegado.
Dios tiene algo que decirnos con respecto a momentos como estos. Veamos las palabras de instrucción y promesa que Él nos dio con respecto a esas épocas:
“Fortalezcan las manos débiles, afirmen las rodillas temblorosas; digan a los de corazón temeroso: ‘Sean fuertes, no tengan miedo. Su Dios vendrá…’” – Isaías 35: 3, 4
Que gran recordatorio. Dios nos motiva a no dejar que los tiempos de espera nos debiliten o nos atemoricen. Él nos recuerda que debemos estar firmes. Él nos da Su promesa, ¡“Tu Dios vendrá!”
Y cuando Dios llega en respuesta a nuestra petición de ayuda, Su llegada cambia todo. Es maravilloso el ver en Isaías 35 la promesa, resultado de Su venida. El profeta describe todo lo increíble, los cambios positivos que ocurren a las personas y lugares cuando Dios se aparece:
“Y cuando Él venga abrirá los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos, los cojos saltarán como el ciervo y los mudos gritarán y cantarán. Entonces brotarán fuentes en los páramos y arroyos en el desierto.” – Isaías 35:5-6 (NBD)
Cuando Dios llega en respuesta a nuestras oraciones, Su presencia transforma todo. ¡Los lugares estériles comienzan a retoñar! ¡Los ojos de los ciegos son abiertos y los sordos ya pueden oír! ¡El cojo empieza a saltar y los mudos comienzan a hablar! ¡Brotan fuentes en los lugares secos, en las regiones desiertas de nuestras vidas!
¿Le has pedido a Dios que te ayude en alguna área de tu vida? ¿Le has hecho un “pedido” a Él para que Su obra se haga en ti o en alguna situación que estás enfrentando?
Confía en que Él ya escucho tú petición. Espera que Él venga a ti y a tú situación. Espera pacientemente por Su llegada. En el momento oportuno, Él se aparecerá en tú vida. Y cuando Él llegue, grandes cosas ocurrirán!
Pastor Dale
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