A través de los años he descubierto que la mayoría de las personas comparte un anhelo en común. Es un anhelo por trascendencia. Queremos creer que nuestra vida importa, que estamos haciendo una diferencia positiva en el mundo, que realmente estamos cumpliendo un propósito. Sin embargo, en el fondo de nuestro ser la mayoría de nosotros tenemos sentimientos de insignificancia, pequeñez, y en algunos casos, tristemente, como que no valemos nada.
Desafortunadamente estos sentimientos continuamente sabotean nuestras esperanzas y sueños. Nos jalan a un mundo de auto enfoque, auto conciencia y miedo. Queremos algo más grande que la vida, pero creemos que estamos sentenciados a pequeñeces e insignificancia. Nos convencemos que nuestra vida nunca importa tanto. Nos conformamos con una experiencia marchita. Si bien en cierto, podemos alcanzar un nivel de éxito personal, material, académico o profesional, todavía existe una persistente e incluso inquietante sentimiento de “pequeñez” sobre nuestra vida. Ésta es una manera muy dolorosa de vivir.
¿Cómo rompemos esa manera de pensar?
Hay una gran historia en el Antiguo Testamento de un hombre que encontró libertad de ésta clase de dolor. Su nombre fue Jabés. Veamos como fue que él rompió ese pensamiento de pequeñez por algo más grande de importancia:
‘Jabés fue más importante que sus hermanos. Cuando su madre le puso ese nombre, dijo: “Con aflicción lo he dado a luz”. Jabés le rogó al Dios de Israel: “Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción.” Y Dios le concedió su petición. ‘ – 1 Crónicas 4:9, 10
El nombre “Jabés” quiere decir “dolor,” o literalmente, “!Tu eres un dolor!” ¿Cómo le gustaría a usted tener un nombre como ese? Cada vez que llamaban a Jabés le recordaban de lo que su mama y otros pensaban de él. Su vida había sido condenada a pequeñeces e insignificancia desde el día que nació. Éste sobrenombre fue una terrible profecía sobre su vida.
Pero un día Jabés decidió que él ya no podía continuar con esa manera de pensar y vivir. Él había escuchado del Dios de Israel, un Dios verdadero y personal que hizo cosas maravillosas por las personas que se atrevían a pedirle a Él. Ese día Jabés hizo una oración tan increíble, tan importante, y tan instructiva para nosotros que fue grabada por la eternidad en las paginas de las Escrituras.
Jabés se atrevió a pedirle a Dios que hiciera de su vida algo más grande que la vida misma, que extendiera los limites de su vida tan limitada, que le ayudara a encontrar el significado, sentido y contribución a su vida. De alguna manera él se convenció de que Dios podía y quitaría las restricciones en su vida y liberarlo del dolor que tenia. Y Jabés no fue decepcionado. Cinco palabras maravillosas terminan la historia grabada de la vida de Jabés, pero que palabras tan poderosas – “…Dios le concedió su petición.”
¿Te estas sintiendo pequeño e insignificante? El mismo Dios que engrandeció la vida de Jabés puede y ensanchará tu vida, si tu lo buscas a Él. !Ve y haz la oración de Jabés, y observa lo que Dios hará por ti!
Pastor Dale
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