El día de hoy, algo o alguien va a retar una parte muy importante de tu carácter. En algún momento durante tu día ¡tú paciencia será probada! Talvez ocurra en la carretera, en el supermercado, con un compañero de trabajo, tu esposa o tus hijos, pero de seguro, ¡vas a ser examinado!
Y como con cualquier examen, recibimos una calificación. Y con la paciencia, recibimos una calificación de “pasó o no pasó.” No hay términos medios. Cuando llega el examen, o somos pacientes o no lo somos.
La paciencia no llega naturalmente. La impaciencia es nuestra tendencia normal. Inconcientemente tenemos espectativas definidas de como tienen que salir las cosas en nuestra vida, y a que velocidad tienen que ocurrir las cosas, y ¡Dios no lo permita que algo o alguien se interponga en el camino!
Cuando analizamos objetivamente la impaciencia, podemos ver que muchas cosas malas vienen con ella. Crea stress en nosotros y en los demás. Nos lleva a muchas otras emociones y acciones negativas. Destruye amistades, destruye matrimonios y produce tensión en el ambiente de trabajo y nuestras relaciones. La impaciencia es la herramienta equivocada para arreglar las cosas. Talvez logremos algo con ella, pero el daño colateral no es bueno.
Nuestra meta debe ser el de aumentar nuestra paciencia. La Biblia nos enseña algunas verdades maravillosas acerca de ésta cualidad.
Es una característica que el mismo Dios tiene:
“¿No te das cuenta de que por las riquezas de su generosidad, … y paciencia ha estado aguardando sin castigarte?…” – Romanos 2:4 (NBD)
También es una cualidad que el Señor quiere que desarrollemos:
“… Sean pacientes entre ustedes…” – Efesios 4:2 (NBD)
“…el fruto que el Espíritu produce en nosotros… paciencia…” – Gálatas 5:22 (NBD)
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, … de paciencia.” – Colosenses 3:12 (NVI)
¿Qué tan paciente eres tú? ¿Qué te está produciendo impaciencia? ¿Estas teniendo expectativas de la vida y las personas que no son reales? ¿Tienes el mal hábito de creer que las cosas tienen que ocurrir de la manera en que tú lo quieres?
Lo que sea que te hace impaciente, decide cambiar la manera en que actúas con circunstancias que no esperabas o personas que no se mueven a tu velocidad. Pídele a Dios que te ayude a que estés relajado y a ser paciente. Alístate y prepárate para esperar. ¡Decide esperar pacientemente!
Pastor Dale
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