¿Qué es lo que te enoja?
Todos los días un enojo destruye amistades, matrimonios, reduce grandemente productividad personal y corporativa, y distorsiona las emociones humanas. Cuando fallamos en tratar el enojo apropiadamente, el enojo es un agente corrosivo que hace un hoyo en nuestros corazones. Inevitablemente se rebalsa hacia otras personas. El resultado final es horrible y doloroso.
Veamos lo que Dios tiene que decir acerca del enojo:
“Deja el enojo, abandona el furor; no te enojes, porque eso empeora las cosas.” – Salmos 37:8 (DHH)
Dios dijo que dejáramos el enojo. No debemos darle lugar en nosotros.
El dejar de enojarnos comienza sabiendo lo que lo comienza. El enojo es un resultado de ciertas maneras de pensar.
Nos enojamos cuando:
- No se cumplen nuestras expectativas.
- Nuestro orgullo es ofendido.
- Los objetivos que buscamos son bloqueados.
- Nuestros sentimientos son lastimados.
Cuando nos enojamos por éstas cosas, reaccionamos de diferentes maneras.
Algunas personas son:
Internalizadores.
Los “internalizadores” guardan su enojo. Ellos acumulan su enojo, y con el tiempo ese veneno se filtra en sus almas, apaga sus emociones e incapacita sus relaciones. Usualmente, “internalizadores” ni siquiera se han dado cuenta de su enojo o el impacto que está teniendo en ellos o en las personas a su alrededor. Está escondido en sus corazones, sin reconocerlo y sin tratarlo.
Hervidores
Los “hervidores” son una raza diferente. Éstas personas están agitadas, irritadas y frustradas. Su enojo no está escondido. Cualquiera puede verlo y sentirlo en ellos. Son como una olla en una estufa encendida a fuego medio o alto, una presencia intensa y caliente. Nunca se sabe cuando o donde van a explotar. Éstas personas viven la vida intimidando con sus quejas y amenazas.
Rebalsadores.
Los “rebalsadores” hacen lo que su nombre indica. Lo que está dentro sale para afuera, y quienquiera que está cerca queda embarrado con lo que salio. Los “rebalsadores” gritan y vociferan. Como un tornado emocional, explotan y después se disipan, pero dejan mucha destrucción en su camino.
El internalizar, hervir o rebalsar son todas malas opciones cuando se trata del enojo. Todas son una mala forma de tratar con el enojo. Dios dijo “¡déjalo!” La pregunta a hacerse entonces es, “¿Cómo?”
Éstos son algunos de los pasos que debemos tomar para disipar y vencer el poder controlador del enojo. Podríamos llamarlos las “3 Rs para vencer el Enojo:”
R = Reconocer.
Aprenda a reconocer su enojo. Muy seguido somos consumidos por el enojo sin darnos cuenta de lo que nos está pasando. Desarrolle una sensitividad personal a las señales y síntomas del enojo en su propia alma. ¡No permita que se le salga!
R = Reflexionar.
El reflexionar es pensar acerca de algo cuidadosamente y en silencio. Es el contemplarlo.
El enojo no le gusta la reflexión, demanda una reacción. Nos pide a gritos que descuidemos el ser cuidadosos; diga lo que quiera decir y haga lo que le haga sentirse mejor. ¡No permita que el enojo le gane!
Cuando se de cuenta que que esta enojado, deténgase, de un paso atrás, muérdase los labios y tome control de su mente. Tome tiempo para identificar de donde está saliendo el enojo. Pregúntese ¿Qué está haciendo que me enoje? ¿Qué lo comenzó todo? ¿Qué me hace vulnerable a enojarme? Es bueno reflexionar en las consecuencias del enojo. ¿Qué daño causará a mi y a los demás si no tomo control de mi enojo?
R = Radical.
Toma una decisión radical para abandonar el enojo. Entrega tus desilusiones, ofensas, frustraciones, y heridas a Dios. Toma la determinación de que harás lo que sea necesario para asegurarte que el enojo no te invadirá, envenenará o contaminará. Perdona. Acepta las desilusiones y atrasos pacientemente, confiando en el plan y tiempo de Dios. No te endurezcas con orgullo. Se humilde. ¡Simplemente, déjalo ir!
Nada nos puede robar la paz y el gozo así como destruir nuestras relaciones tan rápido como el enojo. ¡Rompe ésta atadura en tu vida!
Pastor Dale
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