“Esto, está limpio o sucio?
Hacemos esta pregunta cuando tratamos de determinar la condición actual física o moral de algo. Preguntamos esto con los platos en la cocina, una toalla en el baño, una broma que se le dirá a alguien, y una variedad de otras cosas.
¿Por qué estamos tan preocupados por la condición limpia de algo? Porque comprendemos las consecuencias potenciales de algo que está sucio, mugroso y contaminado. Sabemos que el exponerse a algo sucio es peligroso para nuestra salud; física y moral. Instintivamente comprendemos una verdad básica, ¡algo limpio es mejor que algo sucio!
Si está limpio es mejor para nosotros, deberíamos de darnos cuenta también que eso también es mejor para Dios. Es algo que Él quiere que nosotros seamos, por dos razones principales:
- Cuando estamos contaminados por suciedad moral y espiritual, corremos el riesgo de ser destruidos por enfermedades espirituales. La suciedad en nuestra alma nos hace vulnerables a toda clase de virus e infecciones espirituales. Nos roba de nuestra salud espiritual.
- Cuando somos contaminados por suciedad moral y espiritual, Dios no puede usarnos para ayudar y bendecir a otros. Los platos sucios no son usados para servir a otros. Se ponen a un lado hasta que son limpiados y están listos para servir de nuevo.
Cuando se trata de una vida y corazón limpios, la primer ocupación de Dios es nuestra salud espiritual. Su segunda ocupación es nuestro servicio espiritual.
Debido a que la limpieza es de gran prioridad para Dios, limpiarnos y mantenernos limpios espiritualmente debe ser una prioridad para nosotros. Debe de dirigir nuestras decisiones a diario; a donde ir, que ver y que escuchar, las personas con las que me relaciono, los pensamientos que tengo y las palabras que uso. También debe de cambiar las oraciones que hago.
El salmista comprendió la conexión entre la limpieza espiritual y la oración. Él oró:
“Purifícame con hisopo, y quedaré limpio… – Salmos 51:7 (DHH)
“Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!…” – Salmos 51:10 (DHH)
“Sean aceptables a tus ojos mis palabras y mis pensamientos…” – Salmos 19:14 (DHH)
El Apóstol Pablo nos recordó también del poder e importancia de una vida limpia:
“Si uno se mantiene limpio de esas faltas, será como un objeto precioso, consagrado y útil al Señor, apropiado para cualquier cosa buena.” – 2 Timoteo 2:21 (DHH)
¿Limpio o sucio? ¡Escoge estar limpio! ¡Vas a estar saludable, y más útil y agradable para Dios!
Pastor Dale
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