Hay veces en que algunas cosas que se envejecieron y dejaron de estar actualizadas necesitan refrescarse y rejuvenecerse. De seguro has visto edificios viejos o centros comerciales abandonados que son rejuvenecidos y restaurados de tal manera que se vean como nuevos. A esto le llamamos “revitalización.”
Una revitalización nos lleva a sentirnos llenos emoción, propósito y oportunidades. Lo que estaba decayéndose comienza a levantarse. Lo que se había descartado y desechado se vuelve atractivo. Lo que estaba feo y arruinado se vuelve bonito. Lo que se consideraba abandonado es ahora un lugar muy visitado. Lo que las personas daban por muerto ahora está resucitado.
Muchas veces la revitalización de un área es más deseable que construir algo completamente nuevo. Cuando áreas como estas son revitalizadas con un buen gusto, poseen un sentido de buen carácter que no puede ser duplicado con algo nuevo. Hay una riqueza en la revitalización – un sentimiento de algo antiguo envuelto en algo nuevo – que produce algo muy positivo.
Una de las cosas que aprendemos acerca de Dios en la Biblia es que Él se especializa en revitalizaciones. Él es el “maestro restaurador.” Él, con agrado y entusiasmo toma cosas viejas y las convierte en nuevas. Él toma lo que se a desechado como inservible, irrelevante y sin atractivo y le da vida fresca.
Ya sea una vida que ha llegado a estar sin sentido ni propósito, un matrimonio que ha caído en la desesperación, una iglesia que ha entrado en decadencia, o una amistad que se a dañado por problemas emocionales o negligencia, Dios se deleita en proyectos de revitalización. Él está listo para tomarlos y sorprendernos con lo que Él puede hacer, transformando lo viejo en nuevo.
En el Antiguo Testamento, en el libro de Ezequiel Dios presenta una pregunta muy interesante que responde rápidamente. Tanto la pregunta como la respuesta nos lleva a una promesa de revitalización:
“La fuerza del Señor vino sobre mí y fui llevado por el Espíritu del Señor a un valle lleno de huesos viejos y secos que estaban esparcidos por todas partes sobre el suelo. Él me hizo pasar entre ellos, y luego me dijo: ‘Hombre mortal, ¿pueden estos huesos llegar a ser gente viva de nuevo?’ Y yo respondí: ‘Señor, solo tú sabes la respuesta a eso.’” — Ezequiel 37:1-3 (NBD)
El profeta Ezequiel recibió una visión de un valle lleno de muerte, de huesos secos. La pregunta de Dios a él fue directa, “¿Pueden estos huesos vivir de nuevo? ¿Hay alguna esperanza de revitalización? Ezequiel sabiamente contestó, “Señor, ¡solo tú sabes la respuesta a eso!” Ezequiel comprendía que Dios era el único capaz de tal hazaña. Dios contesto Su pregunta:
“Luego me dijo que hablara a los huesos y les dijera: ‘Oh huesos secos, escuchen las palabras del Señor, quien dice: “¡Yo los haré revivir y respirar de nuevo! ¡Volveré a colocar músculos y tendones sobre ustedes y los cubriré con piel! Pondré aliento en ustedes y volverán a respirar y a vivir y sabrán que Yo soy el Señor!”’” – Ezequiel 37:4-6 (NBD)
Cuando lees el resto de la historia en Ezequiel 37, descubrirás que Dios hizo lo que Él prometió. Los huesos muertos volvieron a la vida. Un proyecto masivo, milagroso de revitalización fue completado por la gracia y poder de Dios. ¡Su pueblo vive de nuevo!
¿Estás tu en necesidad de esta clase de milagro en alguna área de tu vida? Lo que Dios hizo con estos huesos, Él lo puede hacer por ti. Una revitalización quiere decir que ¡Dios puede y quiere hacer algo nuevo por ti!
Pastor Dale
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