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Perdido y Encontrado

¿Se ha sentido alguna vez solo en medio de una multitud de personas? Mientras que todos a su alrededor pareciera que están compartiendo, conversando y conectando, ¿usted se siente incomodo, raro y fuera de lugar?

Todos experimentamos momentos como estos.  En algún punto, todos luchamos demonios internos de inferioridad e inseguridad.  Estas emociones oscuras pueden ocasionar que nos alejemos y apartemos de las personas.  Crean en nosotros una expectativa inquietante de rechazo y una sensación horrible de soledad.

En el Nuevo Testamento encontramos la historia de un hombre que pudo haber luchado con esos sentimientos.  El escritor del evangelio de Juan nos dice parte de la historia de este hombre:

“Al día siguiente, Jesús decidió ir a Galilea.  Allí se encontró con Felipe y le dijo: ‘Sígueme.’…” – Juan 1:43 (NBD)

Jesús estaba comenzando Su ministerio.  Uno de Sus primeras prioridades fue la de juntar un grupo de discípulos a Su alrededor – aquellos que podrían aprender de Él y continuar Su trabajo.  Jesús conectó inicialmente con tres hombres, Andrés, Juan y Simon Pedro, y los invitó a que lo siguieran a Él.  Estos tres hombres experimentaron un fuerte y cambiante momento con Jesús.  Ellos se dieron cuenta de que Él era el Mesías.  Ese día su mundo comenzó a cambiar radicalmente.

Después de reunirse con Andrés, Juan y Pedro, Jesús se dirigió al norte de Galilea.  Ahí había alguien que estaba en Su corazón; un hombre que a Él nunca se lo habían presentado.  ¡Pero aunque no se lo habían presentado a Jesús, Jesús lo conocía!   Él sabia quien y cómo era él.  También se preocupaba profundamente por él.

El hombre que Jesús encontró ese día era alguien al que talvez otros hubieran descartado u olvidado.  Él parecía ser la clase de persona que no sobresaldría en una multitud.  Su nombre era Felipe:

“…Jesús decidió ir a Galilea.  Él encontró a Felipe…”

Jesús fue a Galilea porque Felipe lo necesitaba a Él.  ¡Jesús persiguió a Felipe.  Jesús sabia en donde vivía Felipe, y se dirigió a su casa!  Cuando Él encontró a Felipe, el Señor lo invitó a que lo siguiera a Él y se convirtiera en Su discípulo.   La invitación de Jesús se podría parafrasear así, ¡Felipe, ven y viaja conmigo!  Tu sabes que Yo soy tu verdadero amigo; un constante compañero.  Ven camina Conmigo.”

Esta historia ilustra hermosamente el corazón de Jesús por las personas y el trabajo que Él vino a hacer:

“En efecto, el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar a los que se habían perdido.” – Lucas 19:10 (NBD)

Jesús busca a las personas solitarias, abandonadas y olvidadas.  Él sabe en donde tu vives y Él persigue el tener una relación contigo. Él encuentra y salva a los perdidos.

El encuentro de Felipe con Jesús lo cambio dramáticamente.  Después de encontrarse con el Señor, Felipe fue inmediatamente y le contó a alguien más las buenas noticias de Jesús.  Él compartió de Jesús con Natanael.  ¡Jesús encontró a Felipe y Felipe encontró a Natanael!

Talvez hay momentos en los que usted se siente como Felipe.  Ten la seguridad de que Jesús te conoce.  Él está persiguiendo el tener una relación contigo.  Él es un verdadero amigo.  ¡Déle la bienvenida en tu mundo!

Pastor Dale