“Estén siempre atentos y listos para lo que venga, pues su enemigo el diablo anda buscando a quien destruir, como si fuera un león rugiente.” 1 Pedro 5:8 (BLS)
“Protéjanse con la armadura que Dios les ha dado, y así podrán resistir los ataques del diablo. Porque no luchamos contra gente como nosotros, sino contra espíritus malvados que actúan en el cielo. Ellos imponen su autoridad y su poder en el mundo actual. Por lo tanto, ¡protéjanse con la armadura completa! Así, cuando llegue el día malo, podrán resistir los ataques del enemigo. Y cuando hayan peleado hasta el fin, seguirán estando firmes.” Efesios 6:11-13 (BLS)
“Ni luchamos con las armas de este mundo. Al contrario, usamos el poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, las acusaciones.” – 2 Corintios 10:4 (BLS)
Algunas personas son muy escépticas cuando se habla del diablo. Tales conceptos de maldad son vistos por muchos, en nuestro mundo sofisticado y educado, como un remanente de ignorancia del pasado muy lejano. La creencia de fuerzas espirituales que no se ven es comúnmente relegado a la rama de la superstición y tonteras.
Es muy interesante y extremadamente importante notar que la Biblia trata éste tema de diferente forma. De manera muy seria. La realidad de un mundo invisible, pero real, formado por fuerzas espirituales destructivas, se nos presenta en la Palabra de Dios como una realidad, no como ficción o fantasía.
En las Escrituras, Dios nos recuerda repetidas veces que, como creyentes en Cristo Jesús, hay ciertas cosas que necesitamos saber acerca de la realidad de la batalla espiritual. Se nos da aviso tras aviso de los enemigos de obscuridad que enfrentamos. Es muy sabio entonces que le pongamos atención.
¿Qué nos enseña la Biblia de cómo tratar con éstas fuerzas diabólicas?
La Biblia nos enseña que:
1. Hay un enemigo espiritual muy real. No podemos prepararnos para pelear éstas obscuras batallas hasta que y, a no ser que, aceptemos ésta realidad como una verdad.
De acuerdo a la Biblia, hay verdaderas fuerzas malvadas, dirigidas por la cabeza de serpiente, Satanás, que deben ser contenidas por los creyentes.
2. Hay verdaderos ataques espirituales. El diablo y sus secuaces no están sentados sin hacer nada o pasivamente descansando. Están al acecho. Están atacando. Ellos estudian su presa y atacan estratégicamente. Sus ataques son sutiles y personales. Ellos buscan con engaño atrapar a su presa, intencionalmente y pacientemente asechando en los apetitos y debilidades que cada quien tiene.
3. Hay verdaderas victimas espirituales en ésta guerra. La meta de nuestro adversario espiritual es de herir, matar y destruir a las personas y sus relaciones.
Éstas fuerzas malvadas de obscuridad no están satisfechos hasta que causan estragos en las vidas de individuos, familias y amistades, y roban la salud física o emocional de las personas. Son despiadados y decididos.
Echa un vistazo sobrio y cuidadoso al camino de la vida. Ahí descubrirás que ésta sembrado de victimas de ésta guerra. Al diablo le encantaría capturarnos e incluirnos en éste número.
4. Hay verdaderas armas espirituales que Dios nos da – armas que realmente funcionan en contra de nuestros enemigos espirituales. No estamos indefensos. Dios nos ha dado armas poderosas espirituales. Éstas armas son capaces de parar completamente los misiles de obscuridad que vengan en nuestra dirección.
Dios también nos ha equipado con el poder ofensivo de Su Palabra. Él nos ha autorizado para que legalmente, como creyentes, pongamos un alto a todas las actividades de estas fuerzas malvadas a través del enforzamiento de la victoria decisiva y eternal ganada con la muerte, entierro, sangre vertida y resurrección de Cristo Jesús.
5. Hay un verdadero error que debemos evitar para ganar ésta guerra. Es el error de pelear las batallas equivocadas. Tenemos que recordarnos de quien es nuestro verdadero enemigo.
¡Las personas no son nuestros enemigos! Se necesita de mucha madurez para finalmente descubrir esto.
Pelear con las personas es nuestra tendencia humana predeterminada, pecaminosa e inmadura. Muy ha menudo nos peleamos entre nosotros mismos por enojos, malos entendidos, fallos, juzgando a otros, y toda clase de tonterías. Cuando perdemos tiempo y energía peleándonos entre nosotros, Satanás se sienta y se ríe del éxito que obtuvo en desviarnos y sabotearnos espiritualmente.
Solamente cuando desistimos de pelear los unos con los otros y nos enfocarnos en esforzarnos mutuamente para pelear nuestro verdadero enemigo podremos lograr una victoria sólida y duradera. Para esto, necesitamos un compromiso maduro – una decisión de caminar en amor, gracia y perdón los unos con los otros como hermanos y hermanas en Cristo Jesús.
¡Las batallas espirituales son reales! ¡También las podemos ganar! ¡Pongamos atención al aviso de Dios! ¡Reconozcamos quien es el verdadero enemigo! ¡Utilicemos las armas apropiadas! ¡Vivamos en el amor de Dios! Solamente así, podremos pararnos firmes en la autoridad de la obra completa de Jesús en la Cruz y declaremos victoria!
Pastor Dale
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