Cuando Dios nos creó, Él nos dio un increíble regalo – libertad para escoger – el poder de la decisión. Sí bien es cierto que Dios nos ha provisto de Su Palabra para informar, guiar, y dirigir nuestras decisiones, Él nos da la libertad para obedecer o desobedecer; poner atención o ignorar Sus mandamientos e instrucciones. Nos toca escoger lo que vamos a hacer y quien llegaremos a ser.
La libertad siempre trae sus consecuencias. Junto con la libertad para escoger viene la responsabilidad por nuestras decisiones. Dios les dejo bien claro todo esto a Adán y Eva en el Jardín del Edén. Él les puso delante de ellos dos árboles; el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Él le dio, a Adán y a Eva, la oportunidad de tomar una decisión. Aunque eran Su creación y le debían sus propias vidas a Él, Dios quería que ellos le obedecieran y le sirvieran a Él, porque lo así lo decidieron, no porque era una obligación.
Con ésta libertad, Dios incluyó una promesa y una advertencia. Comer del Árbol de la Vida le traería a Adán y a Eva grandes bendiciones, pero comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal los cortaría de tener comunión con su Creador y llevarlos a la muerte. ¡Ellos tenia la libertad de escoger, pero su decisión determinaría su destino!
Cada día nosotros tomamos decisiones que acarrean consecuencias importantes a nuestra vida – decisiones que afectan nuestro destino. Cada día nuestras decisiones nos mueven más cerca de Dios y Sus propósitos y planes o nos aleja del destino que Él diseñó para nosotros.
El salmista David comprendió el impacto de sus decisiones. Esto le motivo a orar una oración, que todos deberíamos de recordar y orar regularmente:
“Guíame, Señor, por tu camino…” Salmos 27:11 (NVI)
David quería asegurarse que él no se apartaría del curso que Dios tenía, por alguna gran decisión mala o una pequeña decisión tonta. Él quería conocer los caminos de Dios y mantenerse en Sus caminos. Él comprendía que sus decisiones tenían consecuencias.
Dios nos ha dado a todos un gran regalo – una libertad para escoger – el poder de la decisión. Con ésta maravillosa libertad, viene una gran responsabilidad. Nuestras decisiones tienen consecuencias. ¡Utilicemos nuestro regalo sabiamente!
Pastor Dale
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