De seguro que usted se ha sentido algunas veces como que si el peso del mundo esta sobre sus hombros. El gozo se le ha escapado. Se siente presionado o hundido por las preocupaciones, cargas y un corazón cargado. Algunas veces es difícil y la vida se pone dura. Talvez usted se siente así hoy.
¿Qué hacemos cuando la vida se pone dura y las presiones muy pesadas? ¿Cómo atravesamos tiempos como estos?
Encontramos una simple, pero maravillosa respuesta en la vida del apóstol Pablo y su ayudante del ministerio Silas. La historia se encuentra en Hechos 16.
Pablo y Silas fueron a la ciudad de Filipa a predicar el Evangelio. Cuando comenzaron a predicar, encontraron oposición que eventualmente llevo a falsas acusaciones y se levantaron cargos en contra de ellos. Ellos fueron golpeados severamente y los metieron en la peor parte de la cárcel de Filipo. Por fuera, esto parecía como una circunstancia poco prometedora. Fue un momento extremadamente duro para ellos.
Vea como la Biblia describe ese predicamento:
“Así se hizo, y los azotaron repetidas veces. Al terminar, los arrojaron en una prisión y le advirtieron al carcelero que los cuidara con suma seguridad. El carcelero, entonces, además de encerarlos en el calabozo de más adentro, les aprisionó los pies en el cepo.” Hechos 16:23, 24 (NBD)
¡Hablando de un mal día! ¡No se pone más malo que esto!
Aprendemos mucho al observar cómo Pablo y Silas manejaron este tiempo tan difícil en sus vidas. ¿Se enojarían, se desanimarían y desilusionarían? ¿Se hundirían en el lodo de la desesperación? ¿Practicarían lo que habían predicado o les fallaría su fe en estos momentos? ¿Cómo responderían a esta situación tan dura?
La Biblia nos lleva adentro de la prisión de Filipo. Nos lleva al mero centro de la respuesta de ellos:
“Era ya media noche. Pablo y Silas todavía estaban orando y cantando himnos al Señor. Los demás prisioneros escuchaban.” – Hechos 16:25 (NBD)
Inmediatamente somos llevados a un nivel espiritual completamente diferente. En lugar de caer en el pozo de los lamentos, Pablo y Silas se levantaron como pilares de oración y adoración a Dios. Al hacer esto, ellos dejaron un ejemplo para nosotros.
El resultado de su decisión es sorprendente. Llamó la atención de Dios. Veamos a lo que paso después.
“De pronto, un gran terremoto sacudió los cimientos de la cárcel y las puertas se abrieron y las cadenas de todos los presos se soltaron.” – Hechos 16:26 (NBD)
Pablo y Silas, en uno de los momentos más difíciles de su vida y ministerio, hicieron algo sobrenatural. Ellos escogieron el adorar a Dios. Ellos decidieron a ver hacia arriba y levantar el nombre del Señor. Ellos decidieron regocijarse en el Único que estaba con ellos en esa celda obscura y húmeda en Filipo. Ellos le dieron la bienvenida a Dios en la situación que estaban, en el momento del dolor y necesidad más grande.
¡Y su adoración hizo la diferencia! Abrió el camino para que Dios obrara en su mundo. ¡Y valla si hizo la diferencia! La liberación llego a Pablo y a Silas, los otros prisioneros vieron el grandioso poder de Dios, y el carcelero recibió a Cristo Jesús como su Salvador. ¡Este es el poder de la adoración!
¿Estas pasando por tiempos difíciles? ¿Está el peso del mundo sobre tus hombros? ¿Está difícil tu vida ahora mismo? Deja que el ejemplo de Pablo y Silas te instruya e inspire. Haz lo que no es natural. En lugar de caer en el pozo de los lamentos, levántate como pilar de oración y adoración. ¡Dale a Dios la oportunidad para que invada tu mundo y te demuestre, y a aquellos que están a tu alrededor, el poder de la adoración!
Pastor Dale
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