¿Qué clase de desastre dejas con tu lengua? ¿Qué tamaño de turbulencia dejas con tus palabras?
El diccionario define la “turbulencia” como “un reguero de perturbación dejado por algo.” Es el desastre que dejamos cuando hemos pasado por un lugar, situación o participado en una conversación en particular.
Nada crea más holas turbulentas y peligrosas en la vida de otras personas como nuestras palabras. Palabras de enojo, insultantes, degradantes, palabras insinuantes, groseras, palabras de juicio, criticonas, comentarios entre dientes y sarcásticos, palabras sensuales, insinuadoras, chismosas, profanas, malas palabras, conversaciones que se vuelven enfermizas y palabras similares – todas estas tienen un impacto horrible y destructivo que va más allá de lo que nos imaginamos.
La Biblia es muy clara acerca de lo demoniaco, de la naturaleza infernal de una lengua sin disciplina:
“… la lengua es un fuego. Es un mundo de maldad puesto en nuestro cuerpo, que contamina a toda la persona. Está encendida por el infierno mismo, y a su vez hace arder todo el curso de la vida.” – Santiago 3:6 (DHH)
¿Cuánto daño estas ocasionando a diario con tus palabras? ¿Cuantos corazones están heridos, cuanta productividad se a perdido, cuantas relaciones están destruidas, cuando conflicto y disensión fue comenzado y alimentado, cuanto potencial se ha perdido, todo porque hemos fallado en dominar una lengua indomable?
El Apóstol Pablo quiso ayudarnos a evitar esas olas destructivas que salen de nuestras palabras. Inspirado por el Espíritu Santo, él dio una instrucción por la que debemos vivir para evitarnos mucho dolor y guardarnos de generar una terrible turbulencia con nuestra lengua. Observa lo que él tenia que decir:
“Su conversación debe ser siempre agradable y de buen gusto, y deben saber también cómo contestar a cada uno.” – Colosenses 4:6 (DHH)
“Se cortes en tus conversaciones. La meta es de obtener lo mejor en otros en una conversación, no para hacerlos sentir mal, no para interrumpirlos.” Colosenses 4:6 (Traducido)
Piensa en lo que dejas atrás con tus palabras. Toma la decisión de que tus comentarios y conversaciones con los demás siempre serán agradables. Determina que, en lugar de dejar un camino de turbulencia con tu lengua, ¡dejaras bendición!
Pastor Dale
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